El otro día me comentaba un amiga maestra que sus alumnos se emocionaban cuando les llevaba manzanas, papas o naranjas como material de trabajo en clase. Y es que desde hace tiempo los salones se han convertido en lugares donde se aprende a través de papel, lápiz y cada vez más pantallas. Pero están muy lejos de acercar a los alumnos a la realidad.
Nuestros abuelos no tenían que aprender el ciclo de vida de una oruga en Youtube, lo veían en el patio trasero de su casa. Hoy hablamos de los beneficios que aporta a un niño tener un huerto cerca, ya sea en su casa o en la escuela.
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Presta atención porque a partir de hoy tú también querrás un huerto en tu casa:
Les enseña un proceso tan básico y tan olvidado como saber de dónde viene la comida que se pone en su mesa. (semilla, planta, flor y fruto)
Les ayuda a ser pacientes, no todo se consigue en un click o adelantando lo que no nos gusta. Lo bueno se hace esperar.
Fomenta el contacto del alumno con la naturaleza y le enseña a cuidarla y respetarla.
Aprenden a ser responsables y constantes. El cuidado de un huerto es una responsabilidad, si se nos olvida o no lo cuidamos no dará fruto.
Promueve hábitos de alimentación saludables conociendo mejor las hortalizas y las frutas que ingerimos.
Aprenden sobre bichos y cómo son parte fundamental en la salud de nuestro huerto.
Desarrollan la curiosidad e interés científico mediante la experimentación real.
Fomenta el trabajo en equipo si se realiza con más compañeros o con la familia. Incluso fomenta relaciones intergeneracionales entre abuelos y nietos, por ejemplo.
Impulsa la concentración de los niños y su capacidad de observación.
Por último les permite jugar en un espacio abierto al aire libre, algo tan básico pero tan necesario hoy en día, especialmente para aquellos niños que viven en grandes ciudades como la Ciudad de México.
Esto solo son algunos beneficios del huerto en los niños, pero lo cierto es que mantener un huerto tiene beneficios para toda la familia. Es una experiencia que nadie debería perderse.